"Pena de muerte, Troy Davis ejecutado"
Para muchos el proceso ha estado viciado por pruebas y testigos poco fiables
Exactamente en menos de un año*, se vuelve a presentar uno de los interminables problemas de nuestra sociedad... es terrible atroz, pensar como el hombre, quien busca ciegamente en la oscuridad pueda ser juez en la mayoría de casos de lo que no conoce o en lo que quizás a menudo no existe.”! Si porque, cuando no tenemos como demostrar, ¿cómo explicar lo que ocurrió, no podemos perder credibilidad, debemos garantizar la seguridad, la eficiencia la fuerza y la infalibilidad de un poder en que muchas, muchas veces, se esconde la más total corrupción y debilidad." ! Juzgamos a quién y qué cosa...!? Si el hombre fuera justo.”.! Pero tampoco es bueno.”.! Como Eugenio repetía en sus penosos llamados...!! Y si lo fuera, no debería aplicar esta acción de cobarde supresión del bien supremo. El hombre no ha aprendido de nada de leyes cósmicas... !! El hombre no es dueño de la vida... y ni siquiera de la muerte y por tanto no puede suprimir nada.”.! Ni siquiera a si mismo.”! Una cosa es cierta, a este paso, continuando así por quién tiene el poder en el cielo y en tierra, será suprimida y para siempre." .! http://www.facebook.com/note.php?note_id=170904236277857*
EL testigo del Eterno Presente
Filippo Bongiovanni
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Vosotros terrestres, y mucho menos vuestros científicos, desconocen las verdaderas causas que llevan a muchos hombres a cometer delitos. Vosotros ignoráis que los verdaderos culpables de tantos trágicos acontecimientos que acontecen día por día, hora tras hora, ¡sois todos vosotros! En vuestra mala e inestable sociedad, faltan aún los principios ideales para evitar el crecimiento de este monstruosismo mal, que tanto más mal os procura. Vuestros científicos, que a menudo creen haber identificado la fuente de la que brotan las anomalías psicológicas que llevan a los individuos a cometer obras delictivas, desconocen, en verdad, las verdaderas causas que actúan para formar una conciencia criminal. No basta con saber que quien comete delito es psíquicamente anormal, es necesario conocer, ser profundamente conscientes de las causas que llevan a la psique a devenir en tal manera.
El ALMA de cada criatura es la fuerza motriz de la vida exterior, es la energía que instruirá la existencia física. Esta, habiéndose individualizado, vibra en común con el alma colectiva y se compenetra en ella asumiendo plenamente las vibraciones del medio ambiente en el que se manifiesta. Es bien sabido lo que a menudo se hace realidad sobre este planeta. Un ser que vive su existencia en medio de los lobos, se compenetra y adquiere las vibraciones de esa alma colectiva, asumiendo sus más conocidas características. Esto para hacerles entender mejor que en la sociedad humana ocurre la misma cosa. Es cierto que una sociedad como la vuestra, donde vibran una multitud de efectos delictivos, es un gran mal también para aquellos que quieren seguir siendo justos y mansos. Su cerebro es similar a una central emisora y receptora, y si en él actúan excitaciones de considerable entidad y de naturaleza inversa a la natural actividad en las que ha sido inicialmente preparado, se hará realidad un poder de percepción extrasensorial desordenado y capaz de absorber las vibraciones de los instintos delictivos. Vosotros terrestres sabéis muy bien con qué energía y vivacidad asesina actúan los soldados en guerra.
¿Os habéis preguntado el por qué, en esos particulares momentos, una masa de hombres, primero grandes trabajadores y ejemplares padres de familia afectuosos y llenos de amor, sufren una tan violenta crisis de conciencia hasta el punto de matar y dejarse matar? ¿Alguna vez os habéis preguntado cuál puede ser la causa real de esta fuerza delictiva? ¿Quién, en verdad, les haya instado a cometer actos tan malvadamente delictivos? Si vuestros científicos conocieran las verdaderas causas, muchos males del género humano podrían evitarse en tiempo útil.
Pero ellos ignoran y muchos inocentes sufren los terribles efectos de su ignorancia. Todos aquellos que sobre la tierra matan, se matan o cometen obras delictivas, son víctimas de vuestra absurda e inconcebible sociedad. Vosotros, en verdad, vosotros sois asesinos de vosotros mismos y os quedáis y os propináis con inconsciencia los venenos que cada vez más intoxican vuestra psicología, hasta el punto de hacerla sensiblemente presa de las vibraciones delictivas que se producen en vuestra alma colectiva. Cuando vosotros castigáis con la muerte a los seres que han realizado obras delictivas, habéis cometido un doble desliz. El primer desliz es el de haber desobedecido las leyes de Dios. El segundo desliz es el de haber hecho expiar a otros la suma de vuestras culpas.
Nosotros decimos vuestras culpas, porque es cierto que toda la sociedad es culpable de los crímenes que se cometen sobre vuestro planeta. Durante un tiempo, algunos de nuestros predecesores tuvieron que ser tomados y llevados fuera durante mucho tiempo. Ellos, por una forzada prolongación de su presencia sobre vuestra tierra, fueron gravemente contaminados, a causa de las necesarias sutilezas, de las vibraciones muy nocivas. Sobre nuestros mundos, dirigimos máxima atención y damos gran importancia a lo que ustedes terrestres incluso prefieren ignorar.
Sobre nuestros mundos, dirigimos máxima atención y damos gran importancia a lo que vosotros terrestres incluso preferís ignorar. En nuestras sociedades no existen tribunales que dan condenas a muerte y que instruirán prácticas delictivas. La prevención del desarrollo posible de vibraciones nocivas en la mente colectiva, es muy rígida y adecuada para impedir que en cada circunstancia se desarrolle. Nuestros científicos no dan opiniones ni se limitan a emitir resultados o peritajes psiquiátricos, como hacen vuestros científicos. Ellos desempeñan una intensa y cautelosa obra y sus tareas están llenas de abundancia y de sabiduría para hacer cada vez más perfecto el equilibrio de la psiquis y de todos los otros aparatos sensibles a la degeneración. Toda nuestra sociedad está vivamente interesada en la felicidad de toda alma colectiva y en la salud de ella. Esto no hace vuestra sociedad y eso no desempeñan los jefes políticos, científicos y religiosos. Se preocupan de todo menos de lo que realmente puede hacer felices a los hombres de la Tierra. Nosotros observamos las violencias que cometen y nos aflijen, queremos ayudaros, pero ¿qué hacéis vosotros para animarnos? Aparte del hecho de que ya hay muchos que creen en nuestra existencia y que con amor cooperarán, ¿cuáles serían las reacciones de muchos contra nosotros y hacia nuestros dictados? Muchos en la tierra han dicho lo que nosotros podríamos decirles
¿Cuál fue el resultado? Persecuciones, elogios hostiles, amenazas de aislamiento y de muerte! ¿Qué se ha dicho de distinto a lo que nosotros podríamos deciros, aquellos que fingieron venerarlo y que lo han crucificado? Nosotros les conocemos muy bien y sabemos, sobre todo, lo que realmente es necesario hacer para tratar estos graves males. Lo sabe mejor que nosotros Dios, aquel que dispone por infalible saber divino. ¡Lo podrían saber y aplicar también vosotros! Nosotros sabemos que no se debe matar ni siquiera si debemos defendernos. Ustedes esto no lo han querido nunca reconocer, y en cada momento, estáis dispuestos a hacerlo con ese cínico carácter que os distingue. Uno de los medios que nosotros utilizamos para defendernos es el de hacer caer en letargo los agresores para impedirles de cometer actos lamentables ante el Padre creativo.
Del cielo a la tierra
EUGENIO SIRAGUSA
Catania, 6 mayo de 1963
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